
Imagen: Regina Carnicere
¿Sabes que llevamos casi 500 años usando nombres de hombres científicos y religiosos para nombrar nuestra anatomía femenina íntima?
Nuestras trompas “de Falopio”, nuestras glándulas “de Bartolino”, nuestros músculos “de Kegel”, incluso nuestro Punto G (que es una abreviación de “Punto de Gräfenberg)”…
Parte de la transformación hacia el amor y el respeto profundo hacia nuestros cuerpos como mujeres pasa sin duda por revisar esta herencia anatómica, liberarnos de la apropiación de nuestra pelvis, y encontrar caminos nuevos para renombrar toda la belleza y sacralidad que reside en nosotras.
Hoy proponemos una acción simbólica para librar nuestra pelvis de nombres de hombres, y que podamos hacerlo desde un lugar de sabiduría y ligereza.
Desde tu propia creatividad, te invitamos a bailar, sacudir y mover toda la zona de tu pelvis, matriz y vulva, con la intención clara de “despedir” a todos estos nombres masculinos de tu centro sexual femenino…
¡Adiós Falopio, que vaya bien Bartolino, hasta luego Kegel, con mucho gusto Gräfenberg…!
Y con este acto psicomágico, estamos creando espacio para integrar nuevas palabras y sensaciones en nuestro cuerpo.
Nos podemos inspirar profundamente de los nombres taoístas para describir nuestros “tesoros femeninos”.
Por ejemplo, los labios de la vulva son “pétalos de la rosa”, nuestro clítoris es una “perla preciosa”, el cuello del útero, nuestro “valle acogedor”, nuestra matriz un “palacio celestial”, nuestras trompas son “embudos celestiales” y nuestros ovarios, los “tesoros escondidos”.
Texto de Sophia Style y Xenia Ros